Jonás Trueba volvió al FICX con un lleno total. Lo hizo para presentar Quién lo impide, uno de los títulos del año, propuesta de cine inmersivo que se adentra en la vida de un grupo de adolescentes para hablarnos de lo que fuimos, lo que somos y lo que seguiremos siendo. El cineasta regresó a Gijón para participar en la selección Crossroads, en colaboración con el Festival de San Sebastián.
Al director español le hizo “ilusión” volver a Gijón, donde en 2010 presentó su ópera prima, Todas las canciones hablan de mí. Fue una ilusión compartida por público y Festival, quizá contagiados por el propio Trueba, para quien “las películas son un espacio privilegiado para compartir, tanto experiencias, como personas, inquietudes y sensaciones”.
Sobre Quién lo impide, Trueba explicó que ha sido “un trabajo de cinco años, durante los cuales realicé una serie de encuentros con los protagonistas” y destacó que es una película que “necesita un diálogo con el público para cobrar vida” por lo que pide que, pese a su extensa duración (220 minutos), “se vea en las salas de cine”.
Trueba retrata en su cine “a gente que me genera curiosidad” como los protagonistas de Quién lo impide. El director sigue haciendo películas con “el mismo equipo” de su ópera prima, “aprendiendo juntos cómo hacerlas”. Por la última, se han llevado la Concha de Plata, el Premio FIPRESCI y Premio Feroz en San Sebastián.